FINALIZADO Concurso especial " un día más "

HISTORIA BISIESTA

Cuando vi en el matutino

la reseña publicada, mis ojos derramaron algunas lágrimas que estaban atrapadas hace meses, era un 29 de febrero, sí, año bisiesto, año en que empezaba a florecer mi existencia. Esa noche vi la luna de otra manera, aunque aún no entendía su significado. A partir de ahí mi madre se acercó a nosotros cada vez más, sin lograr entender nuestra naturaleza, pero igual nos amaba con pasión, la misma que tuvo hacia mi ignoto padre.

Recuerdo esos tiempos previos con mucha tristeza, mi madre pasaba los días afanosamente buscando a mi padre. Durante el día se las arreglaba para recorrer los sitios más insólitos, por las noches pegada a su laptot

buscaba indicios, pistas que le llevarán a él. Mi pobre vieja sufrió mucho en esa época, pero lo que vendría después fue un completo misterio para ella.

Mi madre conoció a mi padre en la Universidad, ella era una aplicada estudiante de enfermería cuando se topó con ese hombre tan diferente, tan extraño, y sin embargo, tan profundamente hermoso. Era un ser solitario y discreto, se apartaba de toda las cosas, pero mi madre lo acogió sin prejuicios ni temores. Se amaron profundamente

hasta el final. Yo, Gricel, fui la primera que vino a este universo durante ese 29 de febrero de 2000, dos años después mi hermano, Lisandro, conocería este mundo, pero también dos años más tarde, mi padre lo dejaría para siempre. Con la publicación del obituario recién empezábamos a saber lo que ocurría, pero fueron muchos años después que mi madre nos contó como encontró a mi padre. El suceso fue terrible, aunque nunca supimos bien cómo pasó, ella lo vio tirado cerca de un sitio eriazo, trató de evitar que se llevarán el cadáver para botarlo, pero fue imposible sin generar sospechas.

Para mi madre fue difícil lidiar con nosotros en la ciudad, fueron años agotadores y estresantes. Al principio no sabía muy bien cómo alimentarnos

pero poco a poco tuvo que encontrar la manera de hacerlo, logrando muy buenos resultados. Ella tenía una fuerza vital

que ahora nos sorprende y eso fue clave para soportar los primeros años, siendo capaz de protegernos del peligro constante de los demás. Finalmente tomó la radical decisión de llevarnos a vivir al campo. Después de un primer año complejo, mi hermano y yo nos adaptamos fácilmente, teníamos más libertad, más independencia. En cierta forma era un lugar ideal para nosotros, y aunque mi madre, le costó adaptarse, al vernos felices, terminó por acostumbrarse a una vida llena de sacrificios. Lisandro desarrollo la tendencia hacia el mundo natural y salvaje, yo en cambio, fui capaz de integrarme a la sociedad finalmente, teníamos la misma raíz, pero éramos dos copas

muy diferentes. Mi madre nunca olvidó a mi padre, su recuerdo estaba vivo en nosotros y nunca quiso rehacer su vida. El dolor más grande vino cuando mi hermano tomó la decisión de irse a la montaña y vivir una vida completamente salvaje, ella se quedó conmigo, pues mi parte humana prevaleció más que la de Lisandro, aunque de vez en cuando, nos viene a visitar, merodeando la casa. Hace dos semanas conocí a un chico en la escuela, por primera vez alguien no le importó saber quién soy, eso me recuerda a mi madre, pero esta vez, los roles son distintos.