"La luz entra en el ojo a través del cristalino - diferentes longitudes de onda se corresponden con diferentes colores. La luz llega a la retina en la parte trasera del ojo, donde los pigmentos inician conexiones neuronales con el córtex visual, la parte del cerebro que procesa esas señales en imágenes. Ese primer haz de luz está hecho de cualquiera de las longitudes de onda que iluminan el mundo, reflejándose en lo que sea que estés mirando. Sin que te tengas que preocupar, tu cerebro descifra qué color está rebotando sobre la cosa que estás mirando y básicamente obtiene una interpretación del color "real" del objeto.
Generalmente este sistema funciona bien. Pero con la imagen del vestido hay algún tipo de barrera de percepción. Y eso probablemente tiene que ver con la forma en la que funciona ese mismo sistema. Los seres humanos hemos evolucionado para ver durante la luz del día, pero la luz del día cambia el color. Ese eje cromático cambia del rojo rosado antes del amanecer al azul-blanco en plena luz del día y luego de vuelta al color rojizo. "Lo que está ocurriendo aquí es que tu sistema visual está mirando a esa imagen, y está tratando de descontar la diferencia en grados de color del eje cromático de la luz diurna", dice Bevil Conway, neurocientífica del Wellesley College. "Así que la gente o descuenta la parte azul del vestido, en cuyo caso acaban viendo la prenda como de color blanco y dorado, o descuentan la parte percibida como dorada, en cuyo caso acaban viéndolo azul y negro". (Conway de hecho lo ve azul y naranja)."
O también:
- Si ves el vestido azul y negro: los conos de tu retina tienen un funcionamiento alto, que se traduce en una mezcla sustractiva del color. Las personas que lo ven en estos colores son más sensibles a la luz.
- Si ves el vestido blanco y dorado: tus ojos no trabajan bien con la luz tenue, así que las varillas de tus retinas ven blanco llevando a cabo una mezcla aditiva, cuyo resultado es el dorado.
Hay alguna otra. Los cuadrados A y B son del mismo color
Ilusión óptica creada en 1995 por Edward H. Adelson, profesor del MIT: